A veces, inconscientemente me parece que todas las libertades y garantías democráticas de las que gozamos están instituidas ahí desde siempre y son incuestionables, pero ocasionalmente me sorprende ver que no siempre es así.
Los derechos y deberes que nos hemos dado mantienen un equilibrio que nos permite trabajar, convivir y progresar en paz. Sería muy difícil mutilar una parte sin que influya en ese equilibrio.
Las horas sindicales, no son un regalo de la empresa al trabajador. No son una gentileza o cortesía para llevarnos mejor todos. Existen porque son una parte fundamental para el funcionamiento del estado social y de derecho con el que nos regimos desde 1978.
Son una parte más del tiempo necesario para que una empresa funcione en el sistema que nos hemos dado. Esas horas, en cualquier empresa, no deben ser ni más ni menos importantes que las horas que se dedican a producción, a formación, a dirección o a descanso. El computo de todas esas horas, cada una en su proporción adecuada es lo que hace que una empresa funcione de forma eficaz, armónica, y saludable, para todos; clientes o usuarios, empresarios y directivos, y por supuesto, también los empleados, que aunque algunos les cueste creerlo, también son una parte fundamental de la empresa.
El día que decidamos cambiar nuestro actual sistema socioeconómico por otro, la proporción y dedicación de cada tipo de horas seguro que variará.
Evidentemente existen otros sistemas para articular la economía y la convivencia; sistemas esclavistas, sistemas comunistas o soviéticos, sistemas feudales, semifeudales o de servidumbre y otras variantes. Con todos los defectos que puede tener el nuestro, a mí me parece el menos malo. Quizás una mente simplista y muy parcial (y me temo que las hay) puede imaginar que algunos de esos sistemas puede ser más eficaz y mejor que el que utilizamos ahora. Yo no es que este convencido, es que tengo la absoluta certeza que esos sistemas, además de injustos con muchas personas, no hacen progresar más a una economía, si no al contrario. Simplemente miremos nuestro pasado o a nuestro alrededor. Siempre son las sociedades que tienen unas férreas garantías jurídicas y sociales las que más progresan, mientras que las sociedades donde se reducen la libertad y los derechos de las personas, a largo plazo, están condenadas al atraso económico, la miseria y la injusticia.
Volviendo al día a día, en nuestro siglo y a nuestro sistema democrático, lógicamente se puede cuestionar si las horas sindicales son muchas o pocas, si se utilizan bien o mal. Seguro que hay multitud de casos diferentes y seguro que existen casos de algún aprovechado, pero lo que yo he
Las horas sindicales, no son un regalo de la empresa al trabajador. No son una gentileza o cortesía para llevarnos mejor todos. Existen porque son una parte fundamental para el funcionamiento del estado social y de derecho con el que nos regimos desde 1978.
Son una parte más del tiempo necesario para que una empresa funcione en el sistema que nos hemos dado. Esas horas, en cualquier empresa, no deben ser ni más ni menos importantes que las horas que se dedican a producción, a formación, a dirección o a descanso. El computo de todas esas horas, cada una en su proporción adecuada es lo que hace que una empresa funcione de forma eficaz, armónica, y saludable, para todos; clientes o usuarios, empresarios y directivos, y por supuesto, también los empleados, que aunque algunos les cueste creerlo, también son una parte fundamental de la empresa.
El día que decidamos cambiar nuestro actual sistema socioeconómico por otro, la proporción y dedicación de cada tipo de horas seguro que variará.
Evidentemente existen otros sistemas para articular la economía y la convivencia; sistemas esclavistas, sistemas comunistas o soviéticos, sistemas feudales, semifeudales o de servidumbre y otras variantes. Con todos los defectos que puede tener el nuestro, a mí me parece el menos malo. Quizás una mente simplista y muy parcial (y me temo que las hay) puede imaginar que algunos de esos sistemas puede ser más eficaz y mejor que el que utilizamos ahora. Yo no es que este convencido, es que tengo la absoluta certeza que esos sistemas, además de injustos con muchas personas, no hacen progresar más a una economía, si no al contrario. Simplemente miremos nuestro pasado o a nuestro alrededor. Siempre son las sociedades que tienen unas férreas garantías jurídicas y sociales las que más progresan, mientras que las sociedades donde se reducen la libertad y los derechos de las personas, a largo plazo, están condenadas al atraso económico, la miseria y la injusticia.
Volviendo al día a día, en nuestro siglo y a nuestro sistema democrático, lógicamente se puede cuestionar si las horas sindicales son muchas o pocas, si se utilizan bien o mal. Seguro que hay multitud de casos diferentes y seguro que existen casos de algún aprovechado, pero lo que yo he
podido comprobar en los pocos meses que tengo de experiencia como delegado sindical, es casi imposible, que pase un solo día donde no tenga que dedicar algún tiempo a hablar con alguien de temas laborales o cualquier otra labor sindical. Y me consta que soy de los que menos tiempo dedico a estos asuntos.
Todo, para todos, todos los días. JAG